Don Quijote
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¿Qué decir de Don Quijote
que ya de él, no se haya dicho?
Era el hombre un poco bicho
buscando siempre pitote.
Su facha era un despelote
y solaz de los vecinos
al verle por los caminos
lidiando con su bravura
o quizás más bien locura
desbaratando molinos.
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Él, y un gordo flatulento,
por La Mancha se anduvieron,
mil caminos recorrieron
con un penco y un jumento.
No dudó en ningún momento
ser un noble caballero,
así que nombró escudero
a ese gordo Sancho Panza.
La gente les tomó a chanza
al ver tanto desafuero.
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Entró en amor el canijo
con una zagala fea,
de nombre la Dulcinea
y era moza de un cortijo.
Mas el pensó que de fijo
era dama de alta cuna,
de alguna estirpe moruna
de los reyes del oriente
y siempre con ella en mente
se lanzó a buscar fortuna.
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Alegrías nunca vieron
este par de mamelucos,
pues no eran bastante cucos
y palos muchos les dieron.
Noches de angustia tuvieron
durmiendo baja la luna,
sin tener a veces una
manta para cobijarse
y ni tener con que aviarse
por su potra tan perruna.
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Pero en el mundo dejaron
el sabor de la nobleza
de aquellos que sin pereza
con la injusticia lucharon.
A la libertad cantaron
sin el miedo al que dirán,
por eso siempre estarán
en el mundo eternamente,
nunca olvidará la gente
al Quijote y su gañán.
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Mercedes Bou Ibáñez