Será este quizá mi último poema.
Luego, todo en mí será oscuridad.
Será esta mi última luna y las estrellas
que en silencio, yo podré contemplar...
Un vaso de vino servido sobre la mesa
que ya no podrá cambiar mi realidad,
mi cuerpo está débil de las fuerzas
que entonces me trajeron hasta acá...
Serán cenizas todas mis tragedias
que el viento luego va a querer arrastrar,
pronto se han de borrar mis promesas
y ya nada de mí de pronto quedará...
Un reloj que estará llevando la cuenta
del tiempo que me queda como un mortal,
un dolor que se envolverá con mis letras
y la húmeda lágrima que escapara tan visceral...
Ya no habrá nuevos caminos de tristezas
ni nuevos sueños que dejarlos volar,
ya no habrá sombras de figuras perfectas
ni emociones que me puedan ya motivar...
Es el momento en que la muerte se me entrega
cómo se entrega el amor a la hora de amar.
Se acaba esto de jugar a ser un poeta
de ver por última vez las olas del mar...
Es el instante en que vean mis palabras ciegas
de sentir dentro de mí un poco de paz,
de ver que mi nostalgia en el ayer nada encuentra
que ya no habrá penas que me quieran amargar...
Todo se irá al cerrarse la última puerta
meditados pensamientos que ya no pensarán,
confundidos miedos en confundidas ideas
mis huellas que ya se empezaron a borrar...
Mi alma se abrirá de mi sempiterna
besando mi frente con un beso tan maternal,
un último suspiro que girara dando vueltas
y todo será así un callado punto final...
Será este quizá mi último poema.
Mañana el mundo, todo igual despertará.
Y volverá la luna, y volverán las estrellas
y por mi ausencia, tal vez alguien se anime a llorar...