RICARDO V

Sueño en paz sencilla

El sueño encubre los males que en el día

nos asaltan como rayos lacerantes

y hace un refugio calmo de soledades

mientras pasa el silencio de paz sencilla.

 

Es anhelo de olvidar lo que nos duele,

lo que nos lleva al recóndito resguardo

de la noche con aliento de descanso

y nos acuna, nos convence y nos duerme.

 

Es momento de batallas inconclusas,

de una pausa en los pecados capitales,

pues el tiempo de ordenar adversidades

aparece entre las sombras de censura.

 

Cuánto nos ciega la luz de cada día

que no alcanzamos a vernos las narices

hasta que en sueños nos vemos cicatrices

cuando el dolor por dolor se multiplica.

 

Nos cubrimos al amparo de Morfeo

como si al cerrar los ojos no existamos

pero las penalidades que aparcamos

nos esperan en la puerta de regreso.

 

La aflicción de una agonía persistente

perdura viva en el dédalo del sueño;

es como negar sentido al sentimiento

o ser un mirlo en contraste con la nieve.

 

Soñar es libre y mejora la existencia

de todo aquel que arrastra padecimientos

más quien vigila la puerta de esos sueños

algunas veces los troca en pesadillas.

 

 

El sueño encubre los males que en el día

nos creamos porque somos inconscientes

y olvidamos que el soñar sólo es presente

cuando dormimos con la paz más sencilla.