Gonvedo

INÉDITA POSTAL

Hay playas en el atardecer naciendo de tus manos,

hectáreas de palpitante mar bajo la mesa en luna nueva,

golpes de mar reflejándose en el sol de las granadas.

¿Es este mar inédita postal de amor o canto al duelo?

Recuerda cuando todo era futuro, aeroplanos de fe ciega

y estúpidas canciones de amor sonando en la radio.

Recuerda que era tiempo de caminar para que otros

pudieran correr, de descubrir la noche con sus esquinas

dentro, de perseguir rostros sin eco en andenes brumosos.

En tu pecho latía la breve sinfonía de unos bronces

que suenan como puñales, como lumbre ámbar del trigal maduro.

La vida es ahora, y después el destino que viene con su huso

de plata como un fogonazo de luz blanca y azaleas.

Son estos días de sangre como escarcha y dalias frías, de suave lluvia

a la sombra de árboles que ignoran su desnudez hostil

y que van tejiendo un idioma nuevo y de voces de afuera.

Mientras la lluvia destila un llanto de violines, gime la tarde.

Éramos la hoja caduca enfrentada a un viento otoñal

amargo y letal, éramos como la tierra con todos los poros abiertos

y alargaba nuestra triste sombra la miel de los planetas.

En la noche despiden luz de gas arañas melancólicas,

mientras a solas retumba con nostalgia la tempestad en este cuarto a oscuras.