Leoness

A remo perdido

A remo perdido, me sumerjo

en la gruta del imponente karst,

boca horadada en ancestrales mareas,

cortantes vientos, cual escondite de Anfitrite

 

La marea suave, el viento en calma,

reflejos y espejismos difuminaban la luz,

oscuridad al fondo de la ciega nada,

escollos entrecortados, cavernarios

 

Esencia de salitre, humedad penetrante,

eterna inundación del inframundo,

angostas paredes ciñéndose sobre mí,

lapsus, extrañeza, atenta la mente

 

Atrás, un atisbo de luz perdida,

pronto, el aire sopla sobre el esquife.

Entorpecen, rozan las estalagmitas,

por las seductoras Erinias sembradas

 

Luego, el resplandor de mi linterna,

 a la redondeada estalactita: una Sirena,

insinuantes curvas, espontaneo reflejo,

percepción de templo del oráculo

 

Exhausto reposo sobre la dolomía,

rendido caigo abrazado de infra sueño.

Rodeo con mis brazos la estalactita

de firmes senos, la piel resbaladiza

 

Abrazo la fría y cálida cintura,

siento su voluptuosidad, el abrazo

de la rígida Sirena; acerca sus labios

me besa hierática, ruda y gredosa

 

Su cuerpo desliza por entre mis brazos,

siento un extraño placer sacramental,

sus zafias caricias dilatan la alegoría;

una ola fenece sobre mis desnudos pies

 

“Sorprendido regreso a mi esquife y remo, remo… remo”