Calla el tímido sosiego
de la mañana veraniega;
no rinde frutos savia ciega
no abre umbral por su ego.
Entiende su apego extraño
a impedir rías de frescura;
se jacta de risas con holgura
a sabiendas que hace daño.
Converge cándida la brisa,
al unísono atemporal,
bochorno del mar y litoral
borran de plano la sonrisa.
Hojas emulan sin aliento
lento vaivén acompasado
el cielo mira anonadado
el suelo respira sediento.