Carlos Justino Caballero

DESDE AQUELLA ESPINA

 

Y fue espina, tal vez de un tala

u otra de origen más humano,

la que clavó mi pecho en aquella lejana

adolescencia, que se siente tan cercana.

O tal vez las púas de la negra acacia

que siguieron recurrentes en la herida,

matizadas con la belleza de las rosas,

también espinadas…

Y aún hoy, llegando a mis orillas

y cumplido en esencia a lo que hace al ser hombre,

radiante en mi prole de hijos y de letras,

es persistente aquella espina primigenia

que sin querer me hiriera

y me hiciese dar el primer paso

a esta madurez que guarda en sus entrañas

a ese chiquilín incorruptible.