Pilar Luna

EN EL REDIL

Con la luz atenuada,

en un ángulo de la mente,

estos versos son el deseo

de algo inalcanzable,

un pensamiento recurrente

para quien vive

en la senda estéril

de una vida clandestina

sin música ni matemáticas.

Son un revulsivo

para un seminario

de mediocres alumnos

que estudian encorsetados

con la memoria,

que no inventan palabras

que no circulan por las redes,

pero cada peón

cumple su función

y pulverizan la ecuanimidad

para luego intentar su reinserción.

 

Jóvenes obsoletos y grises,

carentes de réditos,

vulnerables a cualquier propuesta

pero bien amaestrados,

que pagan sus diezmos en el redil

y se ciñen el cuerpo

vislumbrando una redención

que detenga el tiempo,

medidas cautelares

que les aseguren el futuro

y en el lance final

eviten el naufragio.

 

Generación de cristal,

la sociedad del bienestar

oculta el gen del valor,

frágil y quebradiza,

acosadores y acosados.

Requiere un tiempo

aceptar la derrota

para quebrar el silencio

con un quejido seco

y aprender a caminar a ciegas

sin visualizar el eclipse,

cargar con la armadura

y plantar cara al destino.