Quizás es mejor perderse que tenerse intermitente
cuando, entre sombras y luces, un placer fugaz nos llega
para marcharse al instante, como viento tras la lluvia…
La espera se hace tediosa, cuando quien espera sabe
que lo que espera es la bruma de un suspiro sin sentido,
sin aliento, sin sustancia, leve como un fuego fatuo…
Así que prefiero, creo, mi soledad transitoria,
ensimismada en mi suerte, mis lecturas intangibles
y mis músicas celestes…
No sé si vale la pena seguir nadando hacia adentro,
escondido en los silencios de una esperanza siniestra,
intentando, vanamente, que una realidad tozuda
ceda su sitio, perenne, a momentos menos lúgubres…
Tendré que hacer seriamente una reflexión paciente…
Después de todo, igualmente, de todo cuanto acontece,
solo una cosa es segura:
carpe diem, quam minimum credula postrero,
memento mori