Presume que yo la quiero,
presume, también… ¡que la amo!,
con letras que hay en mi canto
de mi noble cancionero.
Presume, que yo prefiero,
decirle con mis canciones
que nutre mis emociones
como lluvia en las praderas
que profundo las permea
y las baña de ilusiones.
Presume que yo la sueño,
presume, que yo la busco
y en el sueño más profundo,
sueña que yo soy su dueño.
Presume con mucho empeño,
que nada soy sin su vida
que cada beso valida
lo que por su amor yo siento;
y a veces, tan solo pienso,
que como Alondra se anida.
Presume, cuando la miro,
que yo estoy enamorado
y si lento, con mis manos,
le arrebato algún suspiro.
Presume, cuando respiro,
ser el aire que oxigena
mis pulmones (y mi vena,
con la sangre muy ardiente)
Y la dejo, que ella piense,
que su amor vale la pena.
Presume que yo le escribo
los versos que hay en mi lira;
presume, cuando me mima,
que todo ese amor describo.
Presume (y eso percibo),
mi beso puesto en su boca;
sus manos, cuando me toca
y me estremece la piel
con besos, de rica miel
y exclamo: ¡No se equivoca!