Lo mismo que acorde de místico canto
las notas de un trino parece su voz;
en ella se encuentran, en formas preciosas,
las gracias de Dios.
Sus dulces miradas; tranquilas, serenas,
despliegan sus rayos con halos azul;
que brillan radiantes, igual que la estrella
bordada de luz.
Es ella la rosa que aroma existencia
con suave perfume de origen astral;
que tiene el extracto, glorioso y supremo,
de excelsa bondad.
Sentir su caricia, tan tierna y sedosa,
que porta la dicha de nuestro existir;
imprime en el alma su dulce ternura
divina y sutil.
La madre es la esencia de todo lo bueno
que siempre nos brinda lo noble en su ser;
llenando la vida con gran transparencia
de amor y de fe.
Autor: Aníbal Rodríguez.