Oscar Perdomo Marín
SOLO EL AMOR HECHO MUJER PERDURA.
¡Ay, silencios largos!
los espacios se pierden y en la sonda del viento
viaja una mujer, la dama tenue
como el trasluz de una gota de agua gigante
que jamás llega a las vastas arenas
donde un barco naufraga sin timón.
Olas perennes, angustiosas se repiten
y algo acelera los alisios .
Se encrespan los líquidos montes y crecen.
Nada los detienes al batallar furiosos;
hay soledad y tristes cantan los recuerdos.
El olvido llega trajeado de fiesta
al convite de nostalgias borrachas
y yo te veo entre líquidas paredes, emerger,
insólita, acusándome de ladrón.
Solo te robé un beso y nunca más fue tuyo
aún en las esquinas de invierno riguroso
entre sombras y gritos y una canción de cuna.
Todo es el todo.
Nada se separa en la mezcla de lo viviente y lo muerto
y en esa conjunción de materias,
germina una rosa solitaria en cualquier parte.
La sorpresa de la vida coquetea en las noches
bajo la luna llena cuando los amantes cantan a la entrega
entre sudores y lágrimas.
Hay siempre una línea muy delgada entre el dolor y la risa.
Nada es igual y todo parece serlo en la tabla periódica de la vida.
Hay un botarate en las sombras.
Desperdicia el milagro de respirar.
Es un loco sin control en la sórdida angustia
de caminar hacia el fin, desde la cuna.
¡Pobre hombre, atesorando cosas y al fin, todo se pierde!
Solo el amor hecho mujer perdura.
La vida es femenina como el alba.
Siempre hay un hombre en los pezones de la aurora.
Germina la semilla en el vientre de las cosas
y una madre canta la epopeya de la vida
aquí, en este planeta lejano aún por descubrir.
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