Hay un punto en que todos convergemos,
que es la idea en que todo se concreta:
¡Ve hacia allá con avidez de atleta,
tú que tienes desgajados los remos!
¡Un paso más, y acércate a esa meta
donde se palpan los sueños supremos!,
y a la pálida fe de los blasfemos
contrapone un oficio de poeta.
Es propicio el bemol de los salterios
para arrojar del medio los horrores
y pitorrearse de los improperios.
¡Marcha firme al sonar de los tambores!:
no se hicieron los solios, los imperios,
sino para los \"más\" y los mejores.