En la penumbra de mi alma herida,
donde el dolor en silencio se posa,
mi corazón en la sombra perdida,
guarda una sonrisa dulce y hermosa.
Lágrimas negras en mi pecho arden,
un mar de angustia que, en mis venas mora,
pero mis labios, que el llanto esconden,
dibujan risas que el mal atesora.
El mundo ignora mi pena secreta,
ve en mi rostro la luz de un engaño,
pues en mi risa se oculta discreta,
la amargura de lo que extraño.