Odio cada parte de mi que no intento no perderte,
cada decisión que tomó un camino equivocado,
cada momento en que no luche lo suficiente.
Odio la tarde en la que te fuiste,
cuando el sol se ocultó llevándose contigo mi razón de ser.
Me matan las palabras que aún están en mi garganta.
Muero al no tenerte,
al recordar tu risa y ver la melodía que ahora eres sin mi presente.
Muero en el silencio de nuestro hogar que aun conserva tu aroma
y que ahora solo es nostalgia.
Muero al ver mi vida bajo los tonos grises que tiñen mis días,
al despertar y ver que aun sigo en esta pesadilla.
Muero, y seguiré muriendo
hasta que te olvide o hasta que muera en el intento.