Carlos Andrey Vargas Araya

Un cofre muy personal


En el lienzo de la vida, cada quien su color elige,pues lo que a uno le da paz, a otro puede que aflija.
La felicidad es arte, subjetiva y singular, solo el corazón dicta lo que puede alegrar.

Y aunque compartimos el deseo de ver felices a los demás, es un camino que cada quien, por sí mismo, debe andar.
La llave de la alegría, en el alma de cada ser reposa, y es en el conocimiento propio donde florece, radiante y hermosa.

 

En la búsqueda de alegría ajena,
nos perdemos en el mar de la incertidumbre, construimos castillos en la arena, ignorando que la marea es inconstante y abundante.

¿Cómo saber qué melodía les contenta, si cada alma danza a su propio compás? Ofrecemos notas en una partitura abierta, mas no sabemos si en su sinfonía encajará.

Esforzarse por pintar sonrisas en el viento, es como trazar senderos en el cielo infinito,cada quien guarda su propio contento, en un cofre cerrado, personal y exquisito.

Mas no es vano el intento de sembrar felicidad, aunque sea un misterio lo que al otro pueda alegrar, pues en cada gesto de bondad, hay una luz que puede, en la oscuridad, brillar.