Una voz

Caminar hasta llegar.



Hay quien dice la alegría es absoluta

y en mi insistencia cual intriga difiero

¿Acaso no duelen aun los ojos al ver la luz que irradia límpida sin oscuridad?

¡No...! El mar es la tristeza cuando nos inunda,
o cuando nos vence en el tsunami que traspasa
el orgullo de las olas reprimidas por vetustas playas
y todo ese poder se concentra en un punto de luz en el sentimiento
que es esa la lágrima ¡Si! la lágrima, en donde habita toda la sal del universo.

Pero existe la esperanza, en donde la tierra se traga esa marea indómita
como el silencio que devora los quejidos y llantos, y en la noche solo sobreviven la luna y las estrellas,
pálidos y fantasmagóricos reflejos que prometen un amanecer.
¿Es nuestra libertad esa condena? ¿Está nuestro conocimiento del bien y el mal maldito?
Hubo maldad sin duda en haber comido ese fruto, en aquel único árbol de muerte en el Edén de la humanidad
la inocencia fue un recuerdo que se quedó atras, como la niñez que desaparece como la bruma.

Mientras tanto, beber el rocio de las hierbas amargas no es mas que pasajero.
Quemar nuestros deseos al mezclarlos con el sol es parte de un desacierto,
al cual el tiempo pronto dejará atras.
La vida es un camino por transitar, nos queda desviarnos hacia el buen sendero
es imposible detenerse sin que sea un suicidio, y una vez se empieza a caminar
si el desvio fue correcto, y si elegimos con fe, podremos visitar  nuestros corazones

en el portal de una casa a la que podamos bautizar con alegría, y decir sin rastros de tristeza. 
¡Hemos llegado al fin! a este...
¡Nuestro hogar!