En el afán de rellenar los espacios
La casa se está quedando vacía
Resguardaban sueños los techos
Que otrora subían suspirando al cielo
la felicidad se complacía con poco
aspirando más a la compañía y cariño
Pero conforme van entrando las cosas
Por las ventanas se van desechando
Con los envoltorios de tanto producto
Ante esas pantallas de todas medidas
la mente cedió todo candor y fantasía
Muebles, aparatos, adornos, vestidos
Los sentimientos se vuelcan en ellos
Y hasta el prójimo tiene su tasa y medida
Los animales, las plantas, los mares
la tierra, las sierras y hasta las nubes
son parte de ese mercado salvaje
expuestos y engullidos sin tregua
agotándose ante la indiferencia y rapiña
El interés por lo esencial se desvía
Ante el bombardeo de consumo continuo
Y sin afianzarse las prioridades se esfuman
La casa no logra convertirse en hogar
Afuera solo hay miseria o riqueza
Y miedo enorme de un extremo al otro
en el espejo solo hay fealdad o belleza
e interiormente frustración y codicia
Los objetos reemplazan los primeros ideales
Con compras el amor genuino se esfuma
El romance es una flor pisoteada
por la sociedad pervertida y viciosa
El verbo una peligrosa serpiente
que hasta los niños bien pronto adoptan
Empaques, bolsas, cartones se apilan
Deleitando los ojos con nuevos objetos
Eso ahora produce placer
Y un intenso deseo de más