Recuerdo de esa noche un sueño que no ha sido,
como un mar de olas quietas conquistando el silencio.
Es este el sueño de un cuerpo vacío como una playa
sin huellas, como un reloj de niebla , o de un sol espantado
que ha tocado fondo, como certeza de lo que fue perdido.
Yo soy lo que de mi mismo ignoro y, también, memoria
de aquello que para si reclaman la sangre y su estallido,
el latido del hueso, la carne que huye, y esa piedra
de luz que habita en el envés de lo invisible.
Cualquier noche volverá ese sueño, en la almohada
dos lágrimas oscuras, un cadáver de luz definitiva,
techos y paredes inundándose de voces, mi boca
gravita prendida de tu boca, que se diría que el aire
está naciendo, la espalda tatuada de himnos
y de mapas transatlánticos.