Carlos Eduardo

IntrĂ­nsicamente

 

Así es Dios y su hijo hecho a su imagen y semejanza,

intrínsicamente perversos,

es inexorable,

en todo tiempo y lugar,

las pocas excepciones,

¡qué final!

 

Se puede elegir vivir de espaldas,

en negación permanente,

como si se fuese feliz,

pero la muerte, las humillaciones,

los fracasos,

y las infinitas formas de caer

en el círculo de la desgracia

sin humildad acechan.

 

Uno se inventa sueños, fantasías,

todas quimeras rotas;

las pocas horas de serenidad

terminan exabruptamente,

la marea arrastra fuerte

al abismo.

 

Aceptar esta realidad,

es vital,

las arremetidas destrozan

hasta la mínima fibra de nuestro ser,

 

la cordura es abatida,

 

¿y quién nos puede decir

que existe al otro lado de la existencia

un Antidios todo poderoso

que invierte el sentido?

 

Y no es esa nada vacía que uno piensa que es.

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* ¡Algunos señalan al arte como la salvadora!