Bajo la fragancia del pensamiento filosófico
de sombras nebulosas,
ronda la melancólica figura de la autocrítica,
volando tramas de materia eterna y núcleos astrales,
desciende hacia abajo entre gozos y espinas dolorosas,
con mi alma que, sollozando, tu nombre de valor axiomático
murmura incansablemente.
En la penumbra ciega y pensativa busqué llegar sorpresivamente
al destello inquietante de tus ojos pardos,
con la esencia relativista de un carmín paradigmático embriagado,
encontré en regodeo tu amor desolado de ilusiones nocivas, amables.
¡Oh, los versos de Neruda con derecho a libertad sollozan solos!,
desventuras y recuerdos en el matiz de Afrodita suspendidos,
desafiando la gravedad con desoladas y deprimidas flores castañas,
en un ritual de muerte con amor alucinado, nos desvanecemos.
Cuando el enunciado normativo sugiere escribir alabanzas,
sus lágrimas trucan cada segundo sempiterno y al suelo caen,
como un eclipsado manantial, agresivas naturalmente.
¿Dónde quedó el ayer de amores mutuamente interconectados
al grito de un modo armónico y un presente plagado de
materializados recuerdos?
¡Oh, cuán profundo es el vacío asimétrico dejado por tu amor!