Musa trastornada,
¿Dónde estás?
Mi alma coágula insiste en buscarte
solitaria, perdida, ajena.
Son tus labios fantasmas
que penan y duelan
en mis labios tumbas.
Musa blanca,
delirio del tiempo,
tan instantánea y ligera
que embrutece el flujo de mis ideas.
Has tocado en mi ingenio,
lo más oscuro, la más perpetuo,
para luego marcharte con los segundos
y dejar en blanco mi pensamiento triste.
Musa,
duermes en mí
sencilla, dulce;
cómo el viento de la noche
congela la vida de las flores, el rocío.
Musa vuelve,
en mi duermes
sencilla, dulce,
y trae contigo el tiempo.