Tu indiferencia se me hizo rutina,
las lágrimas dejaron de ser
las testigos de la hipocresía.
Ya no me dueles ...
La piel quedó adormecida
puso en pausa
el sentirse ardiente y estremecida.
Ya no me dueles ...
El cuerpo perdió la memoria
ni reclama, ni espera, ni extraña
tu mezquina companía.
Ya no me dueles ...
Aprendí a estar sola,
disfrutar de un buen vino
Sentirme, quererme, sin humillarme
a mendigar cariño.
Ya no me dueles...
Mis penas las fuí curando
cual gata herida
asimilando la lección de vida:
que nada me falta
para ser respetada, amada y deseada...
Ya no me dueles...
Me hiciste más fuerte
despertando a la mujer
que jamás pudiste descubrir, disfrutar y complacer realmente...
ESMERALDA...volviendo