tomassefair

El viaje

La mirada puesta en el horizonte,

da cuenta del abismo de tus ojos,

ébanos oscuros de perdición

que me llevan a tus labios;

Voluptuosas masas de carne,

Guardianas de un néctar delicioso

y de tu afrodisiaco aliento.

Costa que se despide suspirando

para transitar al estrecho cuello;

delicada y tibia franja que comunica

con tu cuerpo y me invita a continuar,

el jadeante camino de tu intimidad.

La respiración acelerada incita

a escalar hasta la cima de tu pecho

donde corono con saliva tus pezones,

que se encrespan firmes al cielo.

Las marcas del recorrido lubrican

el cáliz oculto al final de la cadera.

Los jadeos son más constantes.

Descender las escarpadas montañas

Implica viajar despacio y con delicadeza,

sin dejar de marcar con la humedad

de mi boca el recorrido adelantado.

Ahora el paso es por tu allanada cintura

y en el accidente geográfico del ombligo,

se obliga una parada, un vórtice de desafío,

que me lleva a las inmediaciones de Venus,

monte inflamado que no se resiste al paso,

por el contrario, incita a adentrarse más.

Sin pesadumbre los muslos se descuelgan

Y emergen al final los mayores sonrosados

exhibiendo el raudal vertido por la espera.

Explorar toma su tiempo, hay que tantear.

Termina el lenguado paso y el viaje exploratorio.

Cambia el sistema.

Hay que conquistar las preciadas tierras.

Ya están ávidas de atención y de fricción.

El falo embelesado, nutrido, cargado,

Viene al ataque, se inserta suave, pero firme

y el bamboleo ritual empieza.

A veces suave, a veces rudo, sin perder el compás.

El vaivén termina, en Venus ha nevado.