hay que salvar el martes
del descuido, de la monotonía y
del caos de nuestras preocupaciones
quizá no sea una fracción
una esquina o un puente
pero un segundo día y
puede ser una segunda oportunidad
no se merece ser abandonado
ni por afán ni por pereza
en la trivialidad de lo impermutable
ya sea un día soleado
lluvioso o un día nublado
hay que permitirle que brille
con su propio resplandor
pues la realidad del martes
ruega por un poco de magia
algo de excepcionalidad
un fragmento de una canción
un extracto de un libro
un cuento a medio contar
sin principio y sin final
algo que podríamos utilizar
si alguna vez se nos acabaran
las cosas que decir y
ya no pudiéramos hablar
ni con los ojos, las manos
los brazos o el pecho desnudo
pero teniendo aún amor y tiempo
pudiéramos iniciar todo de nuevo
entonces
habremos rescatado algo
del hábito y la rutina
de reinventar el martes
sembrándole retoños
de realismo mágico