Me acosté pensando en que si le viera,
le daría las gracias por lo que hizo por mí en la tierra.
El sueño llegó y al despertar noté
quizás en el cielo puedo yo estar; ese no era mi hogar,
era un lugar blanco con tranquilidad. A lo lejos, un gran árbol pude avistar.
En él se encontraba un señor muy singular;
en mi corazón sentí mucha emoción.
Al instante reconocí aquel varón, sentí conmoción y felicidad,
aquella gorra la lograba recordar,
su camisa blanca destellaba un brillo sin igual,
su sonrisa tan bella como un manantial.
Su voz me hizo llorar, recuerdos llegaron, formaron un hogar; corrí hacia él, sentí que podía volar,
un fuerte abrazo le di al llegar.
Como un niño me sentí, estaba con papá.
No hay verso que describa lo que mi corazón hizo estallar:
estaba emocionado como niño con regalo.
\"Hijo,\" dijo, \"¿cómo has estado?\"
\"Lo hemos extrañado,\" respondí,
\"pero me alegra saber que estás aquí.
Sé que estás bien, sé que eres feliz.
Discúlpame por venir a interrumpir.\"
Él sonrió, el abrazo me devolvió y
un beso en la frente quedó marcado en mi interior.
\"Dijo, sé feliz, te esperaré aquí.
Es tu momento para vivir.
Disfruta plenamente, estaré contigo siempre.
Seré tu farol, tu guía entre toda la confusión.
Sigue tus sueños, los vas a cumplir; a tu lado estaré para que puedas subir.
Salúdame a tus primos, a tus hermanas, a tus tíos y a tu mamá; vela siempre
a tu abuela, dile que su amor sigue en mi presente;
a todos los tendré siempre en mi alma y en mi mente.\"
El sueño terminó, saqué mi conclusión: la vida termina y comienza algo mejor.