En la cúspide del saber, el hombre se erige, con la razón por estandarte.Mas en su pecho aún late un ritmo ancestral, la bestia que lleva dentro, su legado vital.
No más que un animal, vestido de cultura,con instintos que susurran, en la noche oscura.La inteligencia, un faro; la bestia, su verdad, en el juego de la vida, una dualidad.
Busca en las estrellas, la eternidad soñada,mas la inmortalidad, siempre tan alada,se escapa entre sus dedos, fina como el aire, dejando al hombre sabio, ante su propio desaire.
Por más que se eleve, por más que intente, la muerte le susurra, \"soy tu eterno frente\".Y así sigue su danza, entre instinto y razón,el hombre, no es un ser infinito.En el fondo de su ser, un eco primitivo,un llamado salvaje, instintivo.
El final, como todo ser de la tierra,
llega sin aviso, cierra la puerta.
El humano, un día más en la historia,
deja su legado, su memoria, un simple animal.