En el parqueo de Babel,
la tinta de calamares
gigantes cubre a los osados.
Una Torre alta es como una idea
grandiosa, termina por convertirse
en prisión de jabón, espumosa.
Pura ecuación, los banqueros
venden por dos dólares
cada lengua difunta.
Dylan duerme bajo acacias,
aunque es época de manzanos,
solo para contrariar al ejército zurdo
que maltrata con espesor.
Dylan es judío de Tel-Aviv,
conchas del Mar Rojo
y humo bordan su kipa,
con o sin tefilín eleva divino.
De este abismo no escapo
ni con tacones Louboutin,
he perdido una vaca y
en el manglar he instalado
palitos de dientes,
cuando reaparece otro
profeta recién estrenado
que tras megáfono
lee un libro fatal.
Los de la Torre me han estafado,
solo hablo en pájaro
y resulta ideal,
para los servicios secretos
soy conspiracionista,
nunca alcanzan a descifrar
la perla de la úvula,
el bien semejante a Mal.
del poemario Dulce Apocalipsis