Margarita García Alonso

Parqueo de Babel

 

En el parqueo de Babel,

la tinta de calamares

gigantes cubre a los osados.

Una Torre alta es como una idea

grandiosa, termina por convertirse

en prisión de jabón, espumosa.

Pura ecuación, los banqueros

venden por dos dólares

cada lengua difunta.

Dylan duerme bajo acacias,

aunque es época de manzanos,

solo para contrariar al ejército zurdo

que maltrata con espesor.

Dylan es judío de Tel-Aviv,

conchas del Mar Rojo

y humo bordan su kipa,

con o sin tefilín eleva divino.

De este abismo no escapo

ni con tacones Louboutin,

he perdido una vaca y

en el manglar he instalado

palitos de dientes,

cuando reaparece otro

profeta recién estrenado

que tras megáfono

lee un libro fatal.

Los de la Torre me han estafado,

solo hablo en pájaro

y resulta ideal,

para los servicios secretos

soy conspiracionista,

nunca alcanzan a descifrar

la perla de la úvula,

el bien semejante a Mal.

 

del poemario Dulce Apocalipsis