I
En la penumbra de la noche, te escribí,
confesando mis emociones, dejándome fluir.
Llamé a tus puertas con versos en mi voz,
esperando ser escuchado, esperando tu voz.
II
Pero el silencio fue mi único testigo,
mis palabras perdidas en el vacío.
Tus ojos, donde buscaba mi reflejo,
no se voltearon hacia mí.
III
Cómo decirles a mis versos que no te alcanzan,
que la musa que los inspira no les lanza
su mirada, ni siquiera los roza,
como si el amor que profeso fuera una farsa.
IV
Y aun así, sigo escribiendo, sin descanso,
aunque tu atención me niegues con desgano.
Porque amarte es una necesidad,
aunque no sea correspondido, en realidad.
V
Tú eres el objeto de mi devoción,
aunque sé que soy invisible insignificante.
Pero no me desprecies, no seas cruel,
porque mi amor por ti es genuino, es fiel.
VI
Quizás nunca seré quien despierte tu pasión,
pero mi amor por ti no conoce limitación.
Así que déjame soñar en este sueño eterno,
donde tu amor es mi destino, mi infierno.
VIII
Dios, si existe, permíteme seguir así,
en este sueño donde tú eres mi anhelo sin fin.
No me despiertes a la cruda realidad,
donde sé que nunca serás mía, en la verdad.
IX
Porque en este sueño, aunque efímero sea,
soy feliz amándote, aunque tú no lo veas.
Así que déjame vivir en esta ilusión.
donde tú eres mi amor.