alicia perez hernandez

Te extraño…

Te extraño…

Te extraño como si no hubieras vuelto

Te extraño en mi vida y en mi alma,

Me sigues haciendo falta.

Extraño ese tiempo ausente que no volverá,

me sigo sintiendo vacía.

Me sigo quedando con aquellos bellos recuerdos,

Que llenaron mi vida por completo,

No dejaste espacios vacíos,

Me abrazaste sin sentirte,

Me besaste tantas veces sin tocar mis labios,

Me consolabas sin secar mis lágrimas.

Extraño la noche cómplice de todo lo que vivimos.

Era tan feliz hablando contigo, nada nos limitaba.

Nos dimos todo, confianza, secretos, risas, llantos, abrazos,

Me quedé con tantos recuerdos tuyos y ahora son solo míos

y esos recuerdos me vuelven a la vida.

Me refugio en esas noches oscuras donde fui tan feliz,

envueltos en secretos que no contaré nunca.

La vida se va tan aprisa yo te extraño en ella,

me veo marchitarme, me consumó en noches sin dormir,

Solo hay ausencias cuando leo, escribo o veo televisión.

Te siento tan lejos, cómo si nunca hubieras regresado,

Y tan cerca, cómo si nunca te hubiera ido.

El tiempo ya no regresa,

y a veces creo que nunca te fuiste.

Tanto espacio, hay en mi lecho, sin ti,

Y tanta vida, que guardo para ti,

Y tatas pasiones deseando envolverte en mí.

Se fue mayo, llegó junio, mi fecha de nacimiento,

Y sigo sintiéndote ausente, aunque estés presente.

¡Te extraño!

No de ahora, de toda la vida, porque me hiciste mucha falta.

Llegaste y no recuperaremos el tiempo ido,

Porque sigo sintiéndote ausente.

No olvides que te amo, el tiempo no a borrado este amor.

¡Todavía te extraño!

Ayúdame a no extrañarte, no me hagas llorar.

¡Te extraño!

Alicia Pérez Hernández... México

              No es la pluma la que escribe, es el alma

Todos los derechos reservados©

Yo no quiero morirme sin saber de tu boca.
Yo no quiero morirme con el alma perpleja
sabiéndote distinto, perdido en otras playas.

Yo no quiero morirme con este desconsuelo
por el arco infinito de esa cúpula triste
donde habitan tus sueños al sol de mediodía.

Yo no quiero morirme sin haberte entregado
las doradas esferas de mi cuerpo,
la piel que me recubre, el temblor que me invade.

Yo no quiero morirme sin que me hayas amado.

 Yo no quiero morirme sin saber de tu boca, de Elsa López