Un viento frío borro tus huellas. No fue en la noche como esperaba. Fue una mañana cuando el sol clareaba y la dulce alborada se había tejido de sueños de primavera.
Desde entonces, las horas y los días se diluyeron entre la verde hojarasca de mis tristezas. Aun así, te esperé por lunas consecutivas en el albor de mi gran ventana. Miraba inquieta el aletear de la cortina y los alhelíes de mi blanca túnica. Mis versos se hicieron trizas y mis labios rojos se tornaron pálidos.
Y una noche, como las demás, liberé entre lágrimas y azucenas la frialdad de tus inexistentes versos y el papel en blanco de tus extensas cartas. Abrí mis manos y en dirección al cielo desaté las azules mariposas de nuestro destino y el hilo rojo de amor divino.
De amor sin sombras tejí mi alma
Y de azahares ceñí mi frente
Cambie el color de mi blanca túnica
Por un oscuro de ilusiones muertas
Sandalias cristalinas calcé en mis píes
Y en mi pecho, un corazón herido dividido en dos
Imagen: Créditos a su creador.
Luz Marina Méndez Carrillo /03062024/Derechos de autora reservados.