He llegado al borde de mi sombra
que inicua se lanza contra las paredes
pretendiendo el abrazo de un muro intratable
donde se obstruye la memoria
con el silencio de murallas insaciables
que tabican los labios
inmolando las palabras
Oscurece mi sombra el campo y las nubes
cercenando las alas al viento que entra en la habitación
colmando de mutismo el cuerpo de pasión sediento
suprimiendo el gozo del tiempo
que corteja el amor con su torso abierto a la mañana
Mi sombra de memoria vacía
dudando de su fuente, ¿el hombre o la luz?
esperando rendida, sin osamenta ni tejidos
la resurrección de su silueta
sin voz, sin palabras
erguida, jamás humillada.