RICARDO V

Un lago con ángel

Existe una historia de un lago en un bosque

que parece estar olvidada del tiempo

y en sus aguas pervive un ángel que esconde

la belleza transparente y polizonte

que conlleva ser de la natura espejo.

 

En el lago se recogen las estrellas

cuando en el cielo se aparecen desnudas

más las ruborizadas brisas y nieblas

se conjuran con fragor en la contienda

y el afán del disimulo con alburas.

 

De sus aguas beben los seres fantasmas

que en el bosque tienen su paz y refugio.

Guardan su silencio, su silencio guardan,

para no enojar al ángel de las aguas

que el bosque venera dormido en su mundo.

 

Los árboles trazan su perfil galante

en ruedo de espadas que apuntan al cielo,

el sol en el día le obsequia donaire,

la luna se baña con gracia de amante

y el bosque le brinda morada y secreto.

 

La vida del lago transcurre en la calma

de la hondura del bosque también callado

donde el herrerillo o la tórtola parda

le hacen reverencias y a veces le cantan

en adoración al ángel de sus aguas.

 

Un cisne engreído de cuello importante

llegado de lejos, repitiendo historia,

descansa su vuelo sobre ondas brillantes

que el ángel le brinda con trazo elegante

y él se mira hermoso en su piel soñadora.

 

El rugir de un río en el lago se duerme

cuando en primavera la vida lo asalta

con la espuma blanca nacida en corriente

del loco periplo que el río acomete

hasta darle reposo a su intemperancia.

 

Su voz es profunda como oscura es su alma

por eso lo acuna en su estática esencia

el ángel del lago, ese ángel que aguarda

en los avatares, reflejos de plata,

que arcano misterio se torne en leyenda.