Leinad Odnan

Sobreviviendo al sistema capitalista

Sobreviviendo al sistema capitalista

 

Primera parte.

En los primeros semestres de la universidad todo parecía perfecto, al menos así era según mi familia, puesto que en el colegio tenía buenas calificaciones, había ingresado a la universidad inmediatamente después del colegio y en la universidad estaba bien … académicamente hablando. En la otra cara de la moneda, en el colegio tuve una vida social muy escasa, ni que decir de enamoradas, se diría que no tuve adolescencia, en la universidad muy similar pero además una vida sexual muy escasa. 

 

Puse lo mejor de mí para acabar la carrera, luego hacer mis prácticas, trabajar, graduarme y luego seguir trabajando pero con un sueldo muy alto … bueno ese era el plan. 

 

Acabé mi carrera aunque no tan rápido ni en el top del ranking, me demoré como dos años en conseguir prácticas y otros dos en conseguir un trabajo que lo pueda ejercer de forma continua y en el cual me sienta cómodo, aunque mal pagado por mucho tiempo, lo cual “me obliga” a buscar otro trabajo.

 

Probablemente factores como la poca vida social y el desconocimiento del trabajo en el sistema me afectaron más de lo que había imaginado.



Segunda parte.

Me siento como un león que se quiere pelear con el sistema, obsesionado, por un lado dependo de él, por otro lo detesto por estar en la base de la pirámide socioeconómica, pues la diferencia entre la base y la cima, es que el primero se la juega por sobrevivir y el segundo por mantener o tener aún más estatus.

 

Para sobrevivir en el sistema capitalista necesito atenerme a sus reglas. Unos lo hacen por el dinero que se gana, por el entretenimiento, por los viajes, por los objetos llamativos y todo lo que le dé mayor estatus socioeconómico. Otros lo hacen porque hay actividades en las que pueden entrar en estado de flow, les parece un buen reto y una buena experiencia. Bueno parece que los que están en estos juegos del hambre lo hacen por distintas razones … o tal vez la mayoría persigue el dinero de distintas maneras, como pollo sin cabeza.

 

Pero ahí el problema  es que se genera un deseo externo, una lucha con otras personas, la búsqueda de aprobación de alguien más y todo para sobrevivir.

 

Como si de un batalla de gladiadores de todos contra todos se tratara, como si los reclutadores fueran los editores que deciden si alguien es eliminado o no y como si el inversionista fuera el emperador que solo quiere tener más economía.

 

Entrar en el juego de  controlar demasiados factores externos para ser feliz es muy poco sano. Factores externos que además están distorsionados como el libertinaje, la corrupción y la politiquería. Pero son aventuras que uno decide tomar o no, aunque para negarse el costo sea morirse de hambre o no tener los derechos básicos.

 

Me siento como un personaje de los suburbios con una marginalidad inherente en una película cyberpunk, en el cual estamos muy desarrollados tecnológicamente, pero vivimos en una distopía con una desigualdad vertiginosa y todo tipo de problemas como la escasez de recursos básicos, inseguridad y ni que hablar de las demás necesidades. ¿Me estaré ahogando en un vaso de agua? ¿Acaso la mayoría está en una máquina de generación de dopamina y están ebrios de placer? ¿Habrá otras personas que pertenezcamos a los rebeldes de la dopamina?