RICARDO V

Un juramento olvidado

Nos juramos no decirnos nunca adiós

bajo el límpido cobijo de la luna

y del eufónico susurro cantor

del céfiro circundante del amor

convirtiendo la promesa en armadura.

 

Olvidando los presagios del olvido

nos dijimos lo que los amantes dicen

cuando el mar se desdobla como infinito,

cuando una llama calienta los sentidos

o cuando el sol nos alcanza y nos sonríe.

 

Nuestros deseos dichos en juramento

se perdieron como las cosas se pierden

porque sólo son palabras que en el viento

de la mar tienen su fin en su comienzo

o son luces que se apagan cual se encienden.

 

Nos amamos ¡es cierto! pero pecamos

de hacer sencillas las cosas delicadas

y es el amar el más complejo e intrincado

desafío al que debemos enfrentarnos

para alcanzar la felicidad más sana.

 

Se nos fue el amor entre tantas palabras.

Se nos marchitó por no saber usarlo.

Y aquel voto entregado a la luna blanca

fue una nube pasajera y olvidada

en el céfiro de amor abandonado.