Entre el mar y la arena voy desnudo,
la brisa es una túnica jazmín
sobre mi piel de sal, sombras y sol...
A veces creo ser espectador
en medio del tablero de la vida,
convidado de piedra en una escena
y me rebelo al ver mi red vacía,
arrastrando madejas con solo agua
con la confianza plena de dejar
la impronta de las huellas en la arena,
y al volver de vacío a la costa
solo queda la impronta de mis pies;
y mi conciencia sabe que se fueron
algunas fantasías y tristezas
por la calle de atrás entre las redes
que arrastró un bergantín de tiempo herido.
Entre el mar y la arena como Sísifo
estoy encadenado a los conjuros
que cada día apresan a mis sueños.
Quiero salir huyendo mar adentro
y terminan las olas devolviéndome
maniatado de sueños a la orilla;
y si busco el adarve de la costa,
pululo como un náufrago en la tierra
deseando encontrar el amable ancla
que en los atardeceres me retenga
en las cornisas blancas de la espuma.