Al verte ríen mis ojos,
y mi alma entona su canto,
se disipa todo el llanto,
y huyen de mí los enojos.
Se alborotan mis antojos,
se ilumina mi semblante,
y una sonrisa radiante
borra de mí la agonía,
porque se me alegra el día
cuando pasas por delante.
Cuando pasas por delante
de mis ojos, se detiene
el tiempo, pues se entretiene
con tu andar tan elegante.
Se vuelve eterno un instante,
se ilumina mi esperanza,
y siento que la balanza
se inclina hacia la alegría,
al oír la melodía
de tu ser que mi alma alcanza.