En el jardín de tu fragante ser,
donde florecen rosas de pasión,
nace un amor que no puede perecer,
un fuego ardiente que da resplandor.
Tus ojos, dos luceros sin igual,
brillan con luz que cautiva mi alma,
y tu sonrisa, cual sol primaveral,
calienta mi corazón sin calma.
Tu voz, melodía angelical,
que entona versos de dulce canción,
me eleva a un cielo celestial,
donde reina la más pura emoción.
En cada latido de mi ser,
late tu nombre con fervor,
un amor que jamás tendrá final,
un sentimiento de eterno amor.