RICARDO V

Pobre Juan

El amar te hace llorar.

El amor no es primavera.

Mezcla la felicidad

con momentos de tristeza

en un vivo tobogán

que sacude la entereza

probando si eres capaz

de soportar la aspereza

que los sentimientos dan

y que esconde su belleza.

El amor es voluntad

de subir una escalera.

 

Cuando se ama en lealtad

las cosas se hacen pequeñas.

Nunca das conformidad

a lo que haces o deseas

porque aspiras a lograr,

con la intención más perfecta,

de lo que la vida da,

la mejor de las cosechas

y poderlas ofrendar,

como un ramo de azucenas,

a ese amante personal

que te espera en la escalera.

 

Un buen día al pobre Juan

el amor llamó a su puerta

y se vino a enamorar

como nunca lo estuviera

de una chica casi igual

a una hermosa diosa griega.

Y se puso a imaginar

nuevos planes y quimeras

con la firme voluntad

de ofrecerle las estrellas

y así comenzó a escalar

poco a poco su escalera.

 

María no quiso a Juan

de la forma que él quisiera.

No hubo hoguera en ese hogar

ni llama que en él ardiera

porque la única verdad,

y que Juan no pudo verla,

es que María jamás

estuvo muy predispuesta

a cambiar su libertad

y una vida de soltera

por el arduo y duro afán

de estar subiendo escaleras.

 

Que María quiso a Juan

es una mentira cierta

y su amor fue tan fugaz

como del barco su estela.

El amar es afrontar

los designios en pareja

más no pudo el pobre Juan

amar por él y por ella

y se evaporó su plan

por alcanzar las estrellas,

resignándose a esperar

olvidado en su escalera.