Gustavo Martinez Deschamps

Segunda noche

Concédeme la llave de la ultratumba, donde arrojaste a los viejos mozos que te hicieron reír y supieron herirte.

 

Permíteme la desnudez, frente a la celda que llevará tu nombre, y así, posar bajo tu ahinco como un sacrificio al aire libre. 

 

Confía...

 

Y ahí, que la gloria te colme, que la muerte me aguarde y, que los tugurios que llevo en las yemas de los dedos, forjasen riñas y bailes al deslizarse por ti, sin herirme.