En el jardín del alma florecen, dos lirios en primavera, que al caminar se mecen, cual hojas al viento llevadas.
Sus piernas, cual ríos de seda, surcan la tierra con gracia, como el susurro de la brisa queda, en la quietud de la mañana.
Son tallos de flores tímidas, que la tierra apenas roza, tan esbeltas y divinas, como el toque de una mariposa.
Son caminos de luna clara, reflejando la luz de estrellas, en la noche que nunca acaba, donde el sueño y la vida se encuentran.
Cual arpegio en arpa dorada, sus pasos son notas en danza, una sinfonía delicada, que en el aire se abraza y avanza.
Al contemplarlas, el tiempo se detiene, y el mundo se hace pequeño, pues en su andar resuena y viene, el eco de un dulce sueño.
Oh, piernas de gracia infinita, caminos de ternura pura, en cada paso, el alma invita, a un viaje de amor y dulzura.