Conocí un poema bello
que cantaba al desvarío
de obsesión de una calandria.
Y supe en otro poema
de un benteveo en amores
que en el viento se alegraba.
Hoy ha vuelto el benteveo
solo, sin su pareja,
y al igual que la calandria
se descubre en el reflejo
del cristal de mi ventana.
Con el mismo brillo negro
de sus negros ojos locos
se picotea y se mira
en la imagen del espejo.
Tal vez cree en su locura
que lo busca su entrañable
compañera de los vientos.
Y quizás al no encontrarla
vaya a buscar la calandria,
la calandria que solita
se miraba en otro espejo.
De mi libro “Soles y de escarchas “. 2004 ISBN 987-9415-17-5