No supe detener tu atardecer
dormida te quedaste en la montaña
donde vive el olvido en su cabaña,
las lechuzas quedaron sin comer.
Dejé, de a ti quererte, sin querer
y sin piedad cayó la gris guadaña
que al silencio en lágrimas mustias baña
en la fuente que no quieres beber.
Muerta está la esperanza en madrugada
para amantes que no saben amar,
sombras de una pasión que es olvidada.
Ya no bailan las olas en el mar
ni hay espejos que devuelvan la mirada
se marchitó la miel del azahar.