Ya no eres el cántaro
que bebía hasta saciar
la sed de mi universo,
ya eres solo un sorbo
que escurre incontenible
del cuenco de mis manos.
Ya no eres el brazero
calentando mis inviernos,
sino un tímido destello
que se apaga en las tinieblas
luz efímera y pavesa
que apenas sombra deja.
Ya no eres lo que sueñan
mis sentidos en la almohada,
eres un recuerdo intruso
en mi alma sin memoria,
una imagen desteñida
que el tiempo de a pocos borra
Ya no eres la melodía
que llenaba mis vacíos,
eres solo un eco lejano
que se pierde en el silencio,
la partitura olvidada
en algún rincon del tiempo
Ya no vives en los versos
que yo escribo con fervor,
eres pagina en mi estante
cubierta de tizne y polvo,
una historia concluida
en un libro que he cerrado.