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En la oscuridad de tus ojos veo el abismo del amor, un laberinto sin salida, una tormenta de pasión fuera de control. Tu presencia es un misterio, un secreto que me hiela la piel, una promesa de eternidad en un mundo de marfil y miel. En tu abrazo soy cautivo del terror sagrado y divino, un susurro en la noche, un eco en el destino. Tu corazón es un océano de llamas ardientes y frías, un laberinto de sombras donde encuentro mi guía; en la sublimidad de tu ser, encuentro la plenitud, un universo en expansión, una realidad sin dualidad. Eres el sol que ilumina mis días y la luna que guía mis noches, un faro en la tormenta, un refugio en las cumbres más altas. En ti encuentro el amor, el terror y la sublimidad en su máximo esplendor, un viaje sin retorno, un éxtasis de dolor y fervor. Eres el poema interminable, la melodía que nunca se desvanece, un sueño eterno, una danza en la niebla que nunca se disipa.