¡Cuánto te extraño,
montaña de mi tierra,
tan orgullosa!
Tus altas cumbres,
pendientes, sinuosas,
tan escarpadas.
Y tu figura
tan seria y orgullosa,
siempre imponía.
Hoy te recuerdo,
quisiera ir a tu lado,
estar contigo.
Quisiera hablarte,
oírte en tus respuestas,
mirar al cielo.
Y es que a tu lado,
la vida se paraba
y detenía.
Fuiste mi amiga,
mi amante y compañera:
mi poesía.
Soñamos juntos,
viviendo la aventura
en tantos días.
Aquellas tardes,
sin fin, interminables,
no las olvido.
Por eso añoro,
y busco tu figura,
montaña mía.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/06/24