Del amor, no es la sed lo que se agota,
es el gozo el que deja de beber,
y suele por tal hecho ser la causa
de que se quede mustia la pasión.
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De nada sirve perseguir un sueño
si este se queda solo en eso mismo,
en un paso incompleto, algo volátil
que flota hasta perderse como el humo.
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Nada parece ser lo que parece,
ni nada al parecer es imposible;
el ganar o perder es un instante.
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Pero por incompleto que parezca,
el corazón sediento nos invita,
a no agotar su sed ni perder gozo.
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Fotografía y poema Ramón Bonachí.