En el ocaso de nuestro amor marchito,
te veo libre, en mi vuelo quebrantado,
mis lágrimas caen en un grito,
tú sigues, y yo en duelo sumergido.
Tus pasos son firmes, tu risa clara,
como el sol que ilumina la mañana,
mi corazón en la sombra se para,
pues sin tu amor, mi alma se desgana.
Sigue tu vida, en flores y alegrías,
mientras yo, en la penumbra, languidezco,
tú sonríes, y yo en tristes melodías,
soy el viento que a tu paso desvanezco.