Un céfiro apacible va pasando
con dulce calidez de amor henchida;
y deja en blancas rosas ese beso
que muestra de Natura luz divina.
Ofrece con su arrullo la ternura
que lleva de la paz gentil premisa;
haciendo de los pétalos el cáliz
que guarda su caricia.
Igual que pretendiente apasionado
su huella en los estambres deja escrita;
lo mismo que centella luminosa
que logra que el rosal su brillo exhiba.
En regia comunión que resplandece
el céfiro y las rosas juntos vibran;
con esa candidez que el alma llena
de eterna poesía.
Autor: Aníbal Rodríguez.