Qué paz hay bajo un manto estrellado,
con los luceros altos y bajos, destelleantes.
Entre luciérnagas y juncos, en este lago infinito,
sus aguas cálidas de verano me transportan
lejos de aquí, tras mares y cordilleras,
entre montañas nevadas y bosques.
Pero hoy estoy aquí, en este lago, mi lago,
vestido de perlas y un azabache profundo,
negro como una cueva, o un pozo sin final.
Si meto mi mano, ¿descubriré tus secretos?
Los guardas bajo tu superficie; serán sólo nuestros.
No dejaré que nadie te dañe o perturbe,
porque aquí navegan mis sueños todas las noches.
Cuando mi lago viste de gala,
y esta noche de verano acabará, será un recuerdo.
Pero mientras dure, serás mi lago,
dueño de mis recuerdos, mi lago infinito.